Así se normaliza el machismo en la conducción
Debemos utilizar el lenguaje para luchar contra la violencia de género, para comenzar a sacar de nuestras conversaciones cotidianas expresiones que dañen la autoestima de las adolescentes y las mujeres porque aumentan la desigualdad, pero la conducción se ve como un acto tan natural que no somos capaces de discernir el daño que se provoca.
Asistimos diariamente a la lucha hacia una mayor igualdad de los derechos de las mujeres, pues es una tarea en la que se han involucrado diferentes causas dentro del feminismo. Esto hace que se endurezca, pero, a la vez, que se atomice, dada la cantidad de demandas aún por solucionar. En este sentido, se habla de esa igualdad, a la vez que se menciona también la violencia, el respeto, la protección, la seguridad, los accesos igualitarios en salud, en educación o la equidad salarial y laboral.
El feminismo implica muchas cosas, pero, a la vez, cada una de sus demandas requiere cierto cuidado y análisis, puesto que es necesario tener conciencia e identificar los problemas para empezar a realizar cambios reales. Pero las acciones cotidianas se escapan del análisis concienzudo que debería hacerse a todo lo que ocurre a nuestro alrededor, porque la normalización de actos y expresiones provocan su continua utilización.
En este sentido, las escuelas particulares de conductores y toda entidad relacionada con la seguridad vial, debemos enfocarnos en ahondar en cómo estas actitudes influyen negativamente en el desarrollo de todos los conductores.
Urge comenzar a educar desde temprano en puntos básicos de respeto, empezando por reconfigurar nuestro lenguaje y prohibir actitudes que pueden ser dañinas para las adolescentes y mujeres, a la vez que impediremos que se reafirmen comportamientos negativos en otros usuarios.
En la actividad que nos incumbe encontramos muchos ejemplos de injurias y calumnias dirigidas a simples conductoras que únicamente quieren desplazarse con sus vehículos sin sufrir un accidente aunque las acosen, las griten, les hagan gestos obscenos e incluso golpeen sus vehículos porque sus desplazamientos no son del agrado de otros, pero eso sí, que no se te ocurra reprender en ningún momento a esos maleducados que agreden verbalmente a los demás, esos conductores o conductoras que se creen con la razón y en todo momento conducen bien porque “sus” experiencias son un grado.
Las conductas en la conducción cada vez son más agresivas por el factor “tiempo”, que provoca en nosotros la necesidad imperiosa de llegar y hacer las cosas lo más rápido posible, lo antes posible, pero si además sumamos que todos creen tener razón y son los mejores…
¿Dónde debemos empezar a educar correctamente? ¿Dónde debemos intervenir para cambiar el problema? Los profesionales de la Seguridad Vial son los que deben influir positivamente en este cambio pues la primera toma de contacto real con este mundo se realiza en sus centros de trabajo, creando pautas de conducta que no sean modificadas con facilidad a través del aprendizaje por observación de la actuación de los demás.
Desde el Instituto de Seguridad y Educación Vial condenamos todas las acciones físicas peligrosas y expresiones verbales ofensivas dirigidas hacia la mujer en general, y sobre todo, en el caso que nos atañe.
Antonio Sánchez Sardá